Hace unos días tuvimos la oportunidad de entrevistar a Adriana Jarrín, Profesora de Yoga Oncológico y cofundadora de la Red Internacional de Yoga Oncológico en España. Gracias a ella hemos podido conocer cómo ayuda el yoga a los pacientes de cáncer.
Además de antropóloga, Adriana es profesora de Hatha Yoga Dinámico y tiene estudios de Yoga Terapéutico, Yoga Prenatal y Post-natal. En 2015 se especializó en Yoga for Cancer Survivors en Estados Unidos. Ha colaborado con la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), el Hospital Vall d’Hebrón y actualmente trabaja en la Fundación Kálida del Hospital Sant Pau de Barcelona. En 2019 cursó la formación en Yoga Sensible al Trauma con la Fundación Rádika, con la que actualmente imparte la Formación de Yoga Oncológico para profesores y profesoras de yoga.
En Yogimi, hemos tenido el placer de hablar con ella extensamente sobre el yoga oncológico y esto es lo que nos ha contado.
Yogimi: ¿Puedes contarnos qué es el yoga oncológico?
Adriana: El yoga es una disciplina terapéutica, una práctica que nos permite tener una vida más saludable, tanto a nivel físico como emocional y espiritual. Dentro de la práctica de yoga, tenemos especialidades que nos permiten profundizar, como es el caso del yoga oncológico, dirigido a un colectivo específico: personas que están pasando por un proceso de cáncer.
Desde el momento del diagnóstico hay un impacto que puede ser primero emocional pero que, después, por los tratamientos como la cirugía o la quimioterapia, pueden tener un impacto físico también.
Con el yoga oncológico las personas puedan desarrollar una práctica adaptada al yoga para paliar todas estas consecuencias, tanto físicas como emocionales adaptando las posturas de yoga a las condiciones de cada persona, tanto física como emocionalmente.
Yogimi: ¿Cómo surgió esta modalidad de yoga?
Adriana: A medida que el yoga se ha ido popularizando se han creado muchas adaptaciones y estilos, adaptados a las condiciones de vida de las personas. El yoga oncológico se adapta a unas necesidades terapéuticas específicas.
Todos podemos practicar yoga, en general. El yoga oncológico se adapta a las condiciones de la persona que está pasando por un proceso de cáncer.
Cada persona vive, o transita por el cáncer, de una forma distinta. Igualmente el yoga no se adapta solo a una parte física de las personas, sino también a una parte emocional. Es una terapia complementaria a los tratamientos convencionales de cáncer, porque hay unos síntomas que el tratamiento de la enfermedad provoca. Desde el yoga oncológico se aborda todo esto.
Yogimi: ¿Qué es lo que te motivó a convertirte en profesora de yoga oncológico?
Adriana: Empecé a practicar yoga cuando estaba pasando por un proceso de cáncer de ovarios, hace muchos años. Después del tratamiento de quimioterapia quedaba muy afectada. Fue entonces cuando alguien me sugirió que practicara yoga.
Casi nadie practicaba yoga en aquél momento, era algo muy especial y aposté por ello porque realmente quería hacer algo por mí misma para sentirme mejor.
Empecé con hatha yoga. Tenía 26 años y tenía la fuerza para hacer la práctica. A pesar de eso, mi profesora me ofreció siempre opciones para que yo pudiera estar mejor, aunque no fuera yoga específicamente oncológico.
El yoga me ayudó a transitar por el tratamiento, por la enfermedad y por las consecuencias a largo plazo que tiene el cáncer. El cáncer no termina en el momento en que has acabado el tratamiento. Ý yo seguí practicando yoga.
Tuve claro que lo que quería hacer era una especialidad concreta para personas con cáncer. En Estados Unidos está mucho más popularizado, pero a nivel europeo ha sido muy residual. El yoga oncológico existe desde hace algunos años, pero es un enfoque muy nuevo que no se ha popularizado todavía.
Tras mi formación como profesora hice un curso de yoga para mujeres supervivientes de cáncer de mama, fue en ese momento cuando empecé a dar clases a personas con cáncer.
La experiencia con mis alumnos me ha permitido desarrollar una metodología, no ya solo por la parte técnica y postural, sino también a nivel cultural, ya que cada persona tiene una percepción distinta de la salud y de la calidad de vida.
La emocional logró tener su fuerza cuando descubrí el Yoga Sensible al Trauma a través de la Fundación Rádika. Ahí encontré la metodología que puede ser la hermana de la que yo había venido desarrollando. Hermana o cómplice, pues hay una fusión de herramientas de esa metodología y de la que yo había venido desarrollando para personas con cáncer. Aquí es donde surge el yoga oncológico.
Esto estuvo bien porque, se le puso entonces un nombre, un apellido, un lugar y un espacio, no solo dentro del ámbito del yoga, sino socialmente también. Se le dio una especificidad y, a partir de ahí, yo creo que se ha socializado bastante como un área específica del yoga.
Yogimi: ¿Por qué es recomiendada la práctica de yoga oncológico?
Adriana: Vamos a dejar claro que siempre estamos hablando de una terapia complementaria, no es una terapia alternativa ni sustitutiva a los tratamientos convencionales de cáncer. Y lo que permite precisamente el yoga es trabajar en aquellos aspectos que, incluso, se pueden derivar de los propios tratamientos médicos.
Los tratamientos convencionales de cáncer pueden curar o reducir el impacto de la enfermedad en el cuerpo. Lo que va a hacer el yoga es ayudar a que, tanto los síntomas de la enfermedad como de los tratamientos, sean más manejables a nivel físico y a nivel emocional.
A nivel físico, por ejemplo, si te duelen las articulaciones por la quimioterapia o por el tratamiento hormonal, que es el que más genera más impacto a nivel de dolor articular, lo que hacemos en la práctica de yoga es, a través de movimientos controlados, trabajar para reducir este impacto en las articulaciones, reducir la sensación de dolor, aprender a estirar y que tu cuerpo esté más relajado y más distendido.
También, suele haber mucho dolor muscular y esto viene ligado, no solo a la parte física que afecta al cuerpo sino además, a la parte emocional, a la tensión que puedes acumular. Evidentemente hay mucha tensión, estás viviendo una etapa de mucha inestabilidad. Hay un miedo recurrente sobre si te vas a curar o no, de cómo ha cambiado el eje de tu vida desde la enfermedad, o las repercusiones que está teniendo a nivel familiar. Entonces, trabajamos la parte física en la rehabilitación de las zonas del cuerpo que estén afectadas por la cirugía, en las que sientes dolor.
Cada zona del cuerpo se puede ir trabajando a través de la práctica de las posturas, de la respiración y hasta de la propia forma de lenguaje que utilizamos para trabajar en el yoga oncológico. Se va tratando y ofreciendo un soporte a la parte emocional y al hecho de que puedas reconectar con tu cuerpo que ha cambiado por la enfermedad, o por el tratamiento. Que puedas entrar en una relación amorosa con tu cuerpo y con la enfermedad también porque, finalmente, si la enfermedad existe, es importante aprender a relacionarnos con ella, en lugar de entrar en contradicción o en conflicto.
Por otro lado, están los miedos, las emociones que cada persona puede tener. Hay algunos cánceres, como los hormonales, en los que las personas nos dicen “yo antes no era tan irascible, no perdía los estribos de una forma tan fácil” y, cuando estamos en grupo, compartimos ese tipo de situaciones y comprendemos que no es que la persona haya cambiado, sino que existe un cambio hormonal que provoca unos comportamientos que forman parte de la enfermedad. A veces, si para ti es difícil comprenderlo, imagínate para los que tienes a tu alrededor. Entonces, se trata de comprenderte a ti mismo, lo que te permite también gestionar tu relación con los demás. Y en este sentido, otro valor importante que tiene el yoga oncológico son las redes de apoyo. El que pueda haber un intercambio desde ese punto de vista más desenfadado, con menos juicios de las cosas que te suceden.
Yogimi: ¿Quién puede hacer yoga oncológico?
Adriana: No existe un perfil específico de personas que no puedan hacer una práctica de yoga. Eso no significa que a todas las personas les vaya a gustar. Habrá algunas a las que les guste más el tai chi, por ejemplo. Esto siempre es algo voluntario según qué disciplina le siente mejor a cada uno.
En mi experiencia, lo único que, como dificultad me he podido encontrar en algún momento, es el caso de personas que sufren una afección cerebral y con las que entonces no existe una interacción. Esto limita en sí la práctica de yoga y, básicamente, entonces hay que ir a una intervención directa con el cuerpo, en la que tú mueves el cuerpo de la persona. Pero aquí estamos ya entrando en otro aspecto. En este caso, no existe una autonomía de la persona con su propio cuerpo y, tal vez, es momento de que haga simplemente masaje oncológico, que es otra terapia complementaria que, posiblemente, le sea más favorable.
Yogimi: ¿En qué fase de la enfermedad es recomendable practicar el yoga oncológico?
Adriana: Desde el momento del diagnóstico, que es cuando se plantea un antes y un después. Aunque no para todas las personas el momento más duro es ese sino el impacto del tratamiento. Pero es cierto que, desde que tienes un diagnóstico, puedes empezar a practicar yoga oncológico.
Imagínate que tú empiezas a practicar yoga, tienes un diagnóstico de cáncer, y empiezas a hacer un tratamiento de quimio que todavía te permite realizar la práctica habitual de yoga. Muy bien, pero con el tiempo, estos tratamientos tienen sus consecuencias, y puede que te sientas más debilitada. Quizá entonces te venga bien practicar el yoga oncológico. Vas a reducir la intensidad pero no vas a dejar de practicar. Ahora es oportuno. Así que, cada uno decidirá cuándo es el momento de empezar a practicarlo.
Igualmente, al principio del diagnóstico, puede que te sientas con fuerza, y practiques por ejemplo ashtanga. Vale, practica ashtanga y, cuando sientas que la fuerza no te da para hacer veinte mil chaturangas, entonces hay que comprender que es un momento, un tránsito de la vida, y te esperamos aquí para poder adaptar la práctica a tu momento. Que puedas ralentizar el ritmo porque tu cuerpo necesita dedicar una energía especial a recuperarse. Y ese es el centro.
Puedes practicar entonces durante el diagnóstico, durante el tratamiento y durante el post tratamiento.
Por otro lado, luego hay personas que te piden de forma voluntaria que quieren reanudar ya la práctica habitual, o quieren empezar a practicar un yoga que no sea adaptado. Entonces, también desde el yoga oncológico, se les ofrecen herramientas para que sean autónomas en otro tipo de práctica. Siempre se va a adaptar la práctica a las condiciones de la persona, de manera que sienta que ella misma se ha dado de alta de este proceso oncológico, algo que es muy importante también.
Que las personas practiquen en casa forma parte también de ofrecer herramientas para que tenga autonomía dentro de su práctica. Y, en este sentido, sí es que existe una labor profesional de la profesora o profesor, que puede ofrecer una serie de secuencias para que la persona con cáncer lleve a cabo una auto práctica. Pero esto siempre con el acompañamiento y la orientación de ese profesional que le indique qué asanas puede hacer y cómo puede adaptarlas a su condición.
Yogimi: ¿Cómo es generalmente la estructura de una clase de yoga oncológico?
Adriana: Siempre hay una parte que es la metodología del yoga oncológico y el profesor/a que también tiene su propio bagaje dentro de todo y su propio enfoque para compartir la práctica de yoga.
Sí que, a nivel de estructura, la metodología que proponemos desde la formación de yoga oncológico, hace pequeñas variaciones en la estructura de la sesión de yoga. Siempre empezamos con una relajación, con un contacto quizás mucho más exhaustivo con el cuerpo de lo que se iniciaría en otro tipo de práctica de yoga. Porque lo que buscamos es entrar en contacto con el cuerpo, no solo dirigir la mirada hacia la parte afectada sino también hacia esa parte que está funcionando perfectamente. Esto es importante porque hay una parte afectada pero hay otra que funciona perfectamente y tenemos que mirarla también y confiar en ella. Por eso proponemos al inicio una visualización y un entrar en contacto con todo el cuerpo, de una manera mucho más minuciosa que con otros tipos de práctica.
Después, también nos centramos en un calentamiento articular, una toma de conciencia mucho más exhaustiva sobre cómo te encuentras, de reconocer tu cuerpo a nivel muscular, pues trabajamos de una manera muy consciente con el cuerpo. Y de ahí pasamos a una serie de asanas adaptadas, y terminamos con una relajación que también se puede proponer con prácticas de yoga restaurativo, para cerrar física y emocionalmente la práctica.
Yogimi: ¿Qué material para su práctica es indispensable en una clase de yoga oncológico?
Adriana: La práctica que nosotros proponemos requiere una serie de materiales, de props, de recursos de yoga que te permitan adaptar la práctica. Queremos adaptar las posturas de manera que se pueda crear un entorno de seguridad y, para esto, necesitas una diversidad de elementos que te permitan ajustar esas asanas y que sean soportes que, como su nombre indica, “te soporten”.
Tanto física como emocionalmente entonces, necesitas estos elementos que te ayudan a dulcificar la práctica. Vamos a decir a nivel emocional pero que también te ayudan a nivel articular. Una manta para poner debajo de la rodilla es básico y fundamental si quieres hacer una postura como los cuatro puntos de apoyo, pues las rodillas te duelen, los empeines, los dedos de los pies. Entonces necesitas una serie de soportes para que tu cuerpo esté relajado y tengas una relación amorosa y no de tensión con él Los soportes están para esto. Son como una suerte de extensión de ti mismo. Entonces, utilizar mantas, bloques, cintas, silla, una buena esterilla, es bastante favorable y va a ayudar que esta parte terapéutica se lleve a cabo.
Yogimi: ¿Cómo se practica? ¿en qué tipo de espacio? ¿se usa música, incienso? ¿hay un momento del día más adecuado para practicarlo?
Adriana: Yo sugiero que sea una práctica más austera en este tipo de recursos. Por ejemplo, en cuanto al incienso, que se usa mucho en otro tipo de espacios, los olores pueden generar mucho rechazo en personas que están con tratamiento de quimioterapia, así que no lo recomiendo. O la utilización de música que no sea adecuada. La música debe ser muy suave, que no induzca con ciertas frases o te lleve a un lugar fuera de la esterilla, sino que te lleve un poco más hacia dentro de la esterilla. Tiene que ser música muy bien seleccionada, muy bien pensada.
También a nivel de recursos yo prefiero mucho más la austeridad porque, suele suceder que, alrededor de las personas con cáncer, hay muchos comentarios, sugerencias, opiniones, una serie ruido, de cosas que podrías hacer, lo que deberías hacer, cómo lo deberías hacer y, por eso, la idea sería minimizar todo este ruido, ser más austeros y concentrarnos en aquellos elementos que, dentro de tu propio cuerpo tienes como herramientas de empoderamiento. Herramientas para estar bien, un reconocimiento de tus propios recursos.
Cosas que trabajamos en la práctica pueden ser el "cómo puedo enfrentar un momento concreto". Cuando vas a recoger los resultados de un reconocimiento, de una prueba, en la sala de espera, lo que tienes finalmente como recurso es tu cuerpo y tu respiración, y lo que queremos es que la persona pueda activar esas herramientas en el momento que las necesite. Que pueda entrar en la consulta y recibir el resultado de sus pruebas, escuchar y respirar, estar presente mientras eso está sucediendo. Y es que todo eso es yoga. Es descubrir una serie de recursos en la esterilla que luego puedes proyectar en el resto de tu vida. Y en este caso, dentro de un proceso oncológico, van a ser recursos que tienen que ver con tu proceso oncológico. Voy a un TAC y, ¿cómo puedo estar relajada dentro de la máquina, con el ruido? ¿qué puedo hacer para que no me estrese tanto mientras estoy pasando por esta prueba? Así que tiene una lógica y una coherencia lo que estamos trabajando dentro de las sesiones.
Yogimi: ¿Cuál es el panorama actual del yoga oncológico en España? ¿y sabrías decirnos a nivel de otros países?
Adriana: Yo creo que, en general, el yoga está teniendo cada vez más acogida, está mucho más socializado. Dependiendo también de las diferentes zonas del país, se ve que hay más acogida de lo que es el yoga oncológico. Empieza a tener su espacio propio. Y esto también forma parte de lo que está sucediendo con el yoga como disciplina, pero también con lo que está sucediendo con las terapias complementarias en relación con el cáncer.
Es cierto que la mirada del enfermo que está incapacitado, cada vez es más residual y cada vez más se ve más a la persona que está padeciendo la enfermedad pero que cuenta con una serie de recursos, que no están enfermos, vamos a decirlo así. Entonces, hay una pro actividad por parte de las personas con cáncer por buscar recursos propios para estar mejor y que sean complementarios a los tratamientos convencionales. Y esto fomenta que haya, no solo yoga oncológico, sino también otras prácticas como marcha nórdica, chi kung, mindfulness, etc.
El yoga oncológico, el plus que tiene, es que aborda tanto la parte física como la parte emocional. Las personas sienten que están rehabilitando, estirando, fortaleciendo su cuerpo a la vez que están relajando sus emociones. Y esto permite que haya un encuentro entre lo que sería cuerpo-mente y, evidentemente, hay un espacio para las emociones. Y para aquellas personas que quieren hacer un trabajo a nivel espiritual también hay esta puerta que se abre. Es como que abres puertas, y las personas ¿qué puertas quieren cruzar? Tú les ofreces este panorama.
Creo que cada vez hay más acogida. Hay entidades que cada vez se interesan más en este tipo de yoga, porque ven los beneficios que puede comportar para las personas. Y, evidentemente, hay una tarea pendiente con la administración pública, no solo para el yoga oncológico sino para incorporar las terapias complementarias dentro de lo que sería la idea de la salud.
A nivel público, a nivel de lo que el sistema hospitalario puede ofrecer, ahí hay una labor pendiente, pero bueno, es un trabajo que tenemos que ir haciendo y tenemos que, desde la profesionalización, que esto es muy importante, poder interlocutar con los profesionales sanitarios en el sentido de decir “mira, tú estás ofreciendo unos tratamientos que son súper necesarios y yo te estoy ofreciendo que estos tratamientos tengan una complementariedad con estas terapias que juntos van a hacer que, no solo se curen los pacientes sino que se sanen también, y que, por lo tanto, mejoren su calidad de vida."
Que no solo se curen sino que mejoren su calidad de vida. Y yo creo que, gracias a las terapias complementarias, a veces precisamente existe este proceso en el que una persona quizás no se cura pero sí que se sana. Porque ha transitado de una manera más sana esa relación con la enfermedad. Esa persona pasa por un proceso de deterioro, por la propia enfermedad, pero a nivel de construcción como persona y a nivel emocional, crece. Y esto lo ves, y esto no te lo ofrece una quimioterapia. Esto te lo ofrece una terapia complementaria.
Por eso, la gran tarea pendiente sería con el sistema público, para tener esta comprensión integral de la salud.
Yogimi: ¿Entonces los especialistas sanitarios lo avalan como terapia beneficiosa para los pacientes?
Adriana: Cuando hablamos de terapias complementarias quiere decir que son unas terapias que tiene una base científica, que han pasado por estudios científicos, que han podido comprobar que tienen una sería de beneficios que se miden con unos indicadores muestran cuáles son sus beneficios. Hay otro tipo de terapias que se practican y que no se les puede denominar como complementarias porque no han sido estudiadas a nivel científico.
Tenemos la meditación, que es la número 1 en el ranking de terapias complementarias, porque sí que se ha hecho recuento a nivel celular de personas que después de una práctica de meditación, y se ha visto cómo sus indicadores de inflamación a nivel celular se han reducido.
En relación con el cáncer, se ha estudiado también el yoga que está, después de la meditación, como una de las prácticas de terapia complementaria más importantes. Así que existen varios tipos de terapias complementarias y una de ellas es el yoga, que se ha podido comprobar científicamente que tiene unos beneficios para las personas con cáncer.
Yogimi: Desde Yogimi, sabemos que has comenzado el año muy fuerte, con muchos proyectos a la vista ¿podrías contarnos sobre alguno de ellos?
Adriana: Este año continuamos con la formación de yoga oncológico, ya en su cuarta edición, para profesores y profesoras de yoga. Nuestra apuesta es que haya más profesionales que puedan ofrecer este servicio. Y esto lo hacemos con Fundación Rádika, que tiene una oferta de cursos dirigidos a yoga, salud mental y, dentro de esto, el yoga oncológico.
Luego, tenemos la Red de Yoga Oncológico que hemos creado para acoger a los profesores y profesoras que hacen la formación. De esta manera también, ofrecemo formación continua a través de encuentros bimensuales, de un encuentro anual presencial en el que seguimos profundizando a nivel teórico y a nivel práctico. También hacemos la divulgación de en qué lugares, en qué ciudades puedes encontrar un profesor de yoga oncológico. Así generamos este espacio de encuentro entre personas con cáncer y profesionales del yoga oncológico. En esta plataforma, (yogaoncologico.org) tenemos también un espacio para publicar artículos especializados y relacionados con el cáncer, el yoga y el cáncer y otras terapias complementarias.
Yogimi: Muchas gracias, Adriana, por concedernos esta entrevista, que va a servir para informar a mucha gente. Todavía hay muchas personas que no ha oído hablar del yoga oncológico, y se sorprenderán gratamente al descubrirlo. Es bueno que se sepa que existe este tipo de yoga que ayuda a las personas con cáncer. Así que, con todo lo que nos has contado, esperamos que muchas personas vayan conociendo que está ahí este recurso, esta actividad que les va a ayudar en su proceso de cáncer.
Adriana: Sí, es muy bonito porque el proyecto de la Red ha tenido mucha acogida, mucha fuerza y ha sido como ¡Guau! Estamos súper contentas con ello. Está siendo un trabajo muy intenso porque cada cosita lleva su tiempo pero vale la pena finalmente, y tiene sentido. Va habiendo interés por la formación y claro, piensa que es un curso que llega bastante a América Latina, y también hay bastante gente de Italia, y ves que hay mucha gente interesada, que hay una necesidad y hay una demanda de profesionales. Entonces en ese sentido también vamos creciendo. Yo estoy muy contenta a nivel personal y profesional por la cantidad de personas que se van involucrando en la Red. Hay un sentimiento de comunidad que da muchas ganas de seguir.
Yogimi: Nos alegramos mucho, y te deseamos el mayor éxito con todos los proyectos para este 2023.
Conclusión
Qué importante es lo que nos ha contado Adriana. Que el yoga se adapte a las personas y no al contrario, como decía Iyengar. ¡Resulta tan necesario! Que el yoga busque esa inclusión es maravilloso. Nos encanta que exista la posibilidad para que cualquier persona, desde su situación particular, pueda practicar yoga. Simplemente haciendo las variaciones necesarias para adaptar la práctica de las posturas, todo el que quiera practicar yoga va a poder obtener sus grandes beneficios tanto físicos como emocionales.
Cuéntanos, ¿conocías ya el yoga oncológico? ¿Qué te parece esta apuesta por adaptar el yoga a las personas con cáncer?
Esperamos que te haya gustado esta entrevista y que nos ayudes a difundir la información sobre este tipo de yoga, para que cada vez más personas sepan que, además de los tratamientos convencionales, tienen estos recursos y terapias complementarias que les pueden ayudar en su proceso.
Si te interesa contactar con la Red de Yoga Oncológico, su página web es www.yogaoncologico.org
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Namasté.
Adriana Jarrín: www.adrianajarrin.com