Ofrece lo mejor de ti: da y recibe amor

Ofrece lo mejor de ti: da y recibe amor

¿Alguna vez te has preguntado si tu día puede mejorar o, sí puedes cambiar el día de otra persona, aunque no la conozcas de nada? Por unos instantes seguro que podemos conseguir desconectar, sonreír, incluso hacer desaparecer momentáneamente aquellos problemas y sufrimientos, propios o ajenos.

TODO EMPIEZA POR UNO MISMO

Cuando te despiertes; abre tus ojos, respira profundamente, levántate de la cama y agradécete. Agradece por cada momento único y maravilloso que tienes en tu vida, por todo aquello que has vivido, que te ha dado felicidad y luz a tus días. Mírate al espejo y simplemente dibuja tu mejor sonrisa. Sonríete y observa como algo dentro de ti te hace comenzar de una manera diferente y positiva. Cuando salgas a la calle y te encuentres con otra persona, simplemente actúa y ofrécele el trato que a ti te gustaría recibir. Porque al igual que tú puedes tener un mal día, estar pasando por un mal momento o tener una tormenta encima llena de problemas, puede que, al otro lado, la persona con la que cruzas tu mirada pueda estar pasando por una misma situación, difícil y complicada. Si todos pudiéramos tan solo pararnos a pensar por un segundo antes de actuar, evitaríamos momentos de dolor, de ira, de decepción y de culpa.

Cambia el mundo tan solo con una sonrisa de complicidad, de entendimiento. Ofrece tu tiempo como la moneda más valiosa. Pararte a escuchar a otra persona, que pueda soltar, desahogarse, que encuentre un lugar de liberación, de apoyo. ¿Que sería un mundo sin amor, sin demostrar ese cariño a uno mismo y a las personas que te acompañan en esta gran aventura?

Recuerda que primero debes tratarte a ti mismo con cariño y respeto. Que antes de ofrecer todo ese amor, tienes que enamorarte de la persona que eres, aceptarte y quererte, para poder dar la mejor versión de ti mismo. ¡Hay tantas maneras de demostrar amor, de regalar pequeños instantes de felicidad! Alza tu mirada y observa a tu alrededor, mira al resto como iguales. Andamos con preocupaciones, estrés, vidas aceleradas, sentimientos de tristeza, pero también de alegrías, buenas noticias, y ganas de compartir, y es que todos estamos en este viaje volando en una misma dirección.

Vuelve a sentir con la misma intensidad de cuando éramos niños; recupera esa inocencia y esas ganas locas de aprender, de la ilusión con la que viven cada día, cada minuto y segundo, cuando todo es nuevo mundo que descubrir. No tengas miedo de sacar tus emociones, tus sentimientos. De ser tú mismo. De decir a los demás lo importantes que son en tu vida. De llorar y de reír. ¿Cuánto te cuesta un beso, un abrazo, una caricia o palabra bonita? ¿Qué tan difícil es hablar al otro de manera educada, sin elevar la voz y sin perder el respeto?  Son los pequeños detalles que marcan la diferencia, que marcan el vivir de una forma más positiva, sana y en armonía con los demás. Déjate llevar más por tu instinto, por tu corazón y dejando de vez en cuando a un lado la razón, el ego y el control. Cuando ofreces lo mejor de ti aparecen grandes corazones. Vive intensamente. Y usa tu mayor poder: el poder de tu sonrisa. Da y recibe amor.

Namasté 

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